Sufragistas camino de Boston: Library of Congress, Prints & Photographs Division, LC-B2-2772-9
Sufragistas camino de Boston.

Unidad 5 Las reglas del juego: ¿Quién obtiene qué y por qué?

Cómo influyen las instituciones en la equidad y la eficiencia de los resultados en las interacciones económicas entre personas

Antes de empezar

Esta unidad se basa en los modelos de interacciones económicas de la unidad 4. Si aún no has trabajado la unidad 4, te recomendamos leer, como mínimo, las secciones 4.2 a 4.4, donde encontrarás una introducción a la teoría de juegos; la sección 4.5, sobre el criterio de Pareto y el concepto de eficiencia de Pareto; y la sección 4.11, que describe el juego del ultimátum.

Query for translators: Please provide a translation of the building block title for sections 4.2 to 4.4: Game theory, Nash equilibrium, and the prisoners’ dilemma.

Para entender el modelo que desarrollaremos en esta unidad, necesitarás conocer el método que explicamos en las secciones 3.2 a 3.5 para resolver problemas de elección restringida empleando curvas de indiferencia y el conjunto factible.

5.1 Economía pirata

Tal vez alguno de tus antepasados lejanos considerara que la mejor manera de hacer dinero en aquellos tiempos era unirse a un pirata como Barbanegra o el capitán Kidd. En caso de haberse enrolado en el barco pirata Royal Rover del capitán Bartholomew Roberts, tanto él como el resto de la tripulación habrían tenido que acatar el código pirata del navío. Tal como muestra la imagen de la figura 5.1, el escrito con los «Artículos del Royal Rover» dictaba las normas de comportamiento de los piratas, pero también les garantizaba ciertos derechos.1

Selección de artículos del Royal Rover Artículo uno: Todo hombre tiene un voto en los asuntos del momento; tiene igual derecho a recibir provisiones frescas. Artículo tres: Ninguna persona jugará a las cartas o a los dados por dinero. Artículo cuatro: Las lámparas y velas se apagarán a las ocho en punto de la noche; si alguien de la tripulación quiere seguir bebiendo después de esa hora, podrá hacerlo al aire libre en cubierta. Artículo diez: El capitán y el piloto recibirán dos partes de cada ganancia (del botín de un barco apresado), el maestre, el contramaestre y el artillero recibirán una parte y media, y el resto de oficiales una parte y un cuarto (todos los demás recibirán una parte, llamada su dividendo). Artículo once: Los músicos descansarán en la jornada de reposo, pero ninguno de los otros seis días y noches sin un favor especial.
Pantalla completa
https://www.core-econ.org/microeconomics/es/05-the-rules-of-the-game-01-pirate-economics.html#figura-5-1

Figura 5.1 Ilustración de los artículos del Royal Rover.

Peter T. Leeson. 2007. «An-arrgh-chy: The Law and Economics of Pirate Organizations». Journal of Political Economy 115 (6): pp. 1049–94.

El Royal Rover y sus artículos no eran algo inusual. Durante la época de esplendor de la piratería europea a finales del siglo XVII y comienzos del XVIII, la mayoría de barcos pirata contaba con códigos de conducta escritos que garantizaban aún más poderes a los miembros de la tripulación. Elegían al capitán de manera democrática («El rango de capitán se obtiene por sufragio de la mayoría»). Muchos capitanes también fueron destituidos por votación, al menos uno, por cobardía en la batalla. Las tripulaciones también elegían de entre sus miembros a un contramaestre que, cuando el buque no entraba en batalla, podía dar contraórdenes a los mandatos del capitán.

Si tu antepasado hubiera actuado como vigía y hubiera sido el primero en avistar un buque tomado más tarde como botín, habría recibido en recompensa «el mejor par de pistolas a bordo, además de sus dividendos». En caso de resultar herido de gravedad en la batalla, los artículos le habrían garantizado una indemnización por los daños sufridos. Habría servido como parte de una tripulación multirracial y multiétnica cuya cuarta parte habría sido probablemente de origen africano, y el resto, en su mayoría, de origen europeo, incluso provenientes de América.

El resultado era una tripulación pirata muy cohesionada a menudo. Un observador de aquel tiempo lamenta «la poderosa unión y organización» que reinaba entre piratas. Los marineros de los buques mercantes capturados solían unirse con entusiasmo a la «pícara comunidad» de sus captores piratas.

Otro testigo desdichado señaló: «Estos hombres que llamamos… oprobio de la naturaleza humana, que se entregan a todos los vicios… se trataban entre ellos con rigurosa justicia». De acuerdo con esta descripción, si fueran receptores del juego del ultimátum (sección 4.11), ¡habrían rechazado cualquier oferta que quedara por debajo de la mitad del pastel!

  1. Peter T. Leeson. 2007. «An–arrgh–chy: The Law and Economics of Pirate Organization». Journal of Political Economy 115 (6): pp. 1049–94.